La discinesia escapular es, por definición, la alteración de la posición y/o el movimiento normal de la escápula según un consenso internacional al que se llegó en 2013 (1)
Decir que “una alteración” es “normal” resulta una antítesis, seguramente derivada de la relación entre “normal” y “frecuente» .
La discinesia no es normal, pero sí es muy frecuente en pacientes con patología de hombro – algunos estudios la sitúan hasta en el 100% de los casos – y también puede encontrarse en sujetos asintomáticos (2).
La normalidad es un arma de doble filo y la utilizamos en un sentido o en otro según nos convenga.
Decimos que algo “es normal” cuando queremos restarle importancia. Por otro lado, y en un contexto negativo, alcanzar “lo normal” puede convertirse en nuestro objetivo más ansiado. Pero, al mismo tiempo odiamos que nos consideren “normales”, todos queremos ser especiales, diferentes, únicos. Como nos encanta creer esto y nos sentimos bien haciéndolo – tanto nosotros, los terapeutas, como los pacientes – , llegamos a afirmar que “la normalidad no existe” esgrimiendo argumentos como que “cada paciente es un mundo”.
Y es verdad: cada uno de nosotros, a nivel individual, somos absolutamente únicos; pero, a la vez, en conjunto, todos esos mundos tienen cosas en común, que son, precisamente, los datos de normalidad.
La normalidad existe porque es un dato estadístico
y, además, no necesita que creamos en ella para existir.
Ese dato es la media tomada en sujetos sanos, y es importante tenerla en cuenta como referencia.
Porque, estadísticamente, tengo más posibilidades de estar sano si me acerco que si me alejo de ella. Lo asumimos cuando nos hacemos una analítica de sangre o cuando nos tomamos la temperatura. Estar fuera de la normalidad no implica necesariamente tener patología, pero es un factor a tener en cuenta.
Cuando, en un análisis tengo un resultado de colesterol alto, el asterisco no me está diciendo por qué sucede esto, ni qué patología voy a tener como consecuencia de ello: de hecho, es bastante frecuente que no tenga ninguna. Lo mismo ocurre con la discinesia. Que tenga el movimiento escapular alterado no me dice que ésa sea la causa del dolor de mi paciente, pero es un factor a tener en cuenta, fundamentalmente por tres razones.
En primer lugar, por el contexto: un paciente ha acudido a consulta porque le duele el hombro. Por lo tanto, en su historia clínica – además de otros datos – tendré en cuenta si el movimiento es normal o no. Al fin y al cabo, valorar el movimiento es lo que hacemos los fisioterapeutas.
En segundo lugar, por la intención. Si voy a prescribirle movimiento (ejercicio) éste debe orientarse a acercarle a la normalidad, no a alejarle más de ella.
Y, en tercer lugar, porque me sirve para valorar la evolución del paciente y comprobar los resultados de mi intervención.
Tener en cuenta los datos de conjunto me va a ayudar a decidir hacia dónde orientar el tratamiento de mi paciente de forma individual:
“Piensa global, actúa local”
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REFERENCIAS
1 – “Clinical implications of scapular dyskinesis in shoulder injury: the 2013 consensus statement from the scapular summit» KIBLER WB, LUDEWIG PM, MCCLURE PW, MICHENER LA, BAK K, SCIASCIA AD. Br J Sports Med 2013;47:877-88
2 – Discinesia escapular…¿causa o efecto de la disfunción en el hombro?